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Quizá sí, que lo haga

que sumerja mi lengua

en la laguna;

y el pez se atore en la véngala.

 

Porque normal ha de ser

que el deseo de corromper

aparezca no sólo en el anochecer.

 

Sí, lo haré

sin apelar a mi superstición

que parece más temor

que respeto al enamoramiento.

 

Sí, que se empañen los cielos

que el mar ya no dé sal

y que toda montaña al azar

se sumerja en oscuridad.

 

Ya no tendré temor

ni al credo

ni a la creación

mucho menos al amor.

©2025 by Olivo.

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